Un alto porcentaje de los alumnos que ingresan en el Grado de Psicología creen que durante el primer curso estarán formándose en estrategias de evaluación e intervención de los trastornos psicológicos, cuando la realidad no es así. Y es que, para entender la conducta y la cognición del ser humano, primero es necesario empezar “por el principio”.

Y mucho de ese principio está en conocer cómo se organiza y funciona el cerebro. Una modificación en las conexiones sinápticas, un defecto o un exceso de una neurotransmisor como el GABA o una malformación cerebral congénita puede determinar en gran parte el comportamiento, las emociones, sentimientos e incluso la personalidad del paciente que llega a cualquier consulta psicológica. En resumen, el cerebro es clave y no siempre se le da la importancia que tiene.

En esta era digital, los estudios incorporan metodologías activas y estrategias de gamificación acordes a la revolución que está sufriendo el modelo académico tradicional. Esto supone ventajas para la conciliación y la inversión de tiempo, pero la especialización, en ciertas profesiones sanitarias, requieren la presencialidad al menos en momentos puntuales. Por ejemplo, en un servicio de neuropsicología se atienden numerosos pacientes con enfermedades neurodegenerativas, pero solo cuando ves un cerebro postmortem de alguien que murió de Alzheimer, por ejemplo, terminas de encajar todas las piezas del puzzle y puedes entender mejor a ese paciente. 

Pero, ¿quiere decir esto que conocer el cerebro ayuda a los profesionales a ser un mejor psicólogo aunque no sea neuropsicólogo? La respuesta es sí. Y, de hecho, si existe la posibilidad de tocar, ver o revisar un cerebro real, con sus circunvoluciones, sus conexiones y sus cisuras, tienes mucho terreno ganado. Aunque este reto suena tentador, al menos para el alumnado de Psicología y Neuropsicología, no siempre es posible alcanzarlo.

“Cuando comencé a estudiar psicología pensaba que iba a ver trastornos patológicos sobre ansiedad, depresión y suicidio, pero me vi con asignaturas como estadística, memoria, atención… y fue una decepción. Sin embargo, me salvó la asignatura de bases biológicas. Gracias a ella entendí que la mayoría de los trastornos psicológicos como los que espera ver tienen un fundamento biológico en este caso, una base cerebral que los justifica. Entonces entendí que conocer el cerebro es el mejor paso para empezar a estudiar la patología psicológica que te llega a la clínica. Y me gustó tanto que llevo más de 15 años dedicándome al estudio de la estructura y función del cerebro” explica la Dra María José García Rubio, experta en Neurociencia y especialista en Neuropsicología Infantil.

Para continuar con el objetivo de transferir al mundo universitario los conocimientos de la práctica asistencial de la Neurociencia, desde la Cátedra VIU-NED sobre Neurociencia global y cambio social de Fundación NED y la Universidad Internacional de Valencia, se han propuesto hacer posible ese reto. Y, para ello, han organizado un curso pionero en Neuroanatomía con un itinerario específico para psicólogos, neuropsicólogos y logopedas que incluye sesiones prácticas con cerebros reales en las que se refleja sobre la materia gris y la sustancia blanca cerebral algunas enfermedades y trastornos psicológicos.

Contará también con sesiones teóricas de ponentes expertos en enfermedades hormonales con consecuencias psicológicas devastadoras como la Enfermedad de Cushing o el Estrés crónico, o la exposición de casos clínicos a partir de imágenes de tractografía que pueden acompañar a los informes de los pacientes que acuden a rehabilitación neuropsicológica o a la consulta clínica.

El curso tendrá lugar los próximos miércoles 29 de noviembre, jueves 30 de noviembre y 1 de diciembre, en horario intensivo y formato presencial en el Hospital de la Ribera (Alzira, Valencia). El pago de la inscripción da acceso al curso completo, los materiales y cubre la comida de los tres días.

Fuente: Universidad Internacional de Valencia