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Expertos de Vithas recomiendan aprovechar la plasticidad neural de la infancia para inculcar buenos hábitos

VADEMECUM - 22/07/2022  INDUSTRIA MÉDICA

El cerebro de los niños produce aproximadamente 1 millón de conexiones sinápticas por segundo en la etapa inicial (hasta los 5 años).

La memoria es la encargada de recopilar la información del entorno desde que nace el ser humano y que se almacena en su cerebro, permitiéndole así sobrevivir en el mundo. Pero no es estática, sino moldeable: puede adaptarse a los cambios del ambiente en el que se desenvuelve[1]. Cuando la información pasa repetidas veces por sinapsis a través de impulsos sensoriales, se memoriza. De esta manera, se repiten sin necesidad del estímulo original gracias a los recuerdos y al aprendizaje[2]. 

¿Qué es la plasticidad neural?

“La plasticidad neural es la capacidad que permite cambiar, modificar y moldear hábitos, conocimientos y el aprendizaje a través de nuevas experiencias, transformando así la información y codificando las neuronas para realizar tareas y actividades distintas”, explica María José Aróstegui, psicóloga del Hospital Vithas Granada, quien subraya que “en la infancia, nos encontramos en una etapa de periodo crítico. Hay mayor susceptibilidad neural, habiendo mayor flujo de conexiones neuronales: generamos el doble de conexiones que cuando somos adultos porque en esta fase recogemos la mayor parte de la información que nos servirá en un futuro para la supervivencia”.


Un estudio llevado a cabo por el doctor Jack Shonkoff[3], especialista del Centro de Desarrollo Infantil de la Universidad de Harvard, concluye que en el cerebro de un bebé se forman 1 millón de conexiones nuevas cada segundo durante los primeros cinco años del niño. Hasta entonces, el cerebro se desarrolla a un ritmo prodigioso, hasta madurar en la adolescencia, donde sufrirá un proceso de "Poda sináptica” o “Poda reguladora", una eliminación de aquellas conexiones sinápticas más débiles que se crearon en los primeros años de vida, que han dejado de ser útiles y que no son funcionalmente necesarias.

La importancia de los hábitos saludables y la salud del cerebro en la infancia

Las interacciones de calidad entre los adultos y los niños son esenciales para el buen desarrollo del cerebro. El lenguaje usado debe ser cálido, cariñoso, con un lenguaje rico, acompañado de sonrisas y caricias, si la ocasión lo requiere. “Las vivencias que experimentemos son la base sobre la cual se va a construir la personalidad, el cerebro. Si estas son agradables y satisfactorias, incrementarán la capacidad de aprendizaje y garantizarán la máxima salud de los niños y su bienestar”, explica la Dra. María José Agustí, pediatra de Vithas Lleida, quien incide en “la interacción con el adulto, a través de palabras, sonidos, miradas, como base de la formación del cerebro humano”, lo que garantiza un desarrollo posterior sano del cerebro.


3 consejos para conseguir un buen desarrollo cerebral en edades infantiles, según la Dra. Agustí

1. Realizar ejercicio físico

Los beneficios para el organismo son muchísimos: la realización de ejercicio físico contribuye al buen desarrollo cerebral. De hecho, existen estudios que defienden la relación positiva entre el ejercicio y las funciones cognitivas de los niños. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Granada[4] concluye que los niños con una forma física adecuada tienen cerebros más grandes que los que no se ejercitan físicamente.

2. Relación familiar basada en el cariño y el respeto.

Los niños nacen preparados para socializarse y aprender. Dicho aprendizaje dependerá, en gran medida, de los padres y de los cuidadores y todas las personas que influyan en el desarrollo de habilidades adecuadas para llevar una vida independiente y saludable. En cuanto a los bebés, necesitan sentirse seguros, cuidados y protegidos. Desarrollan un apego saludable y seguro con la figura de los padres o cuidadores, a quienes ven como una fuente de consuelo.

3. Evitar situaciones que produzcan estrés perjudicial.

Es importante enseñar a los niños a tener una inteligencia emocional adecuada a su edad, creando un ambiente positivo que les dé calidez, seguridad y apoyo. Los niños lo utilizarán cuando haya un problema, e irán aprendiendo a regular mejor su estrés, teniendo en cuenta la capacidad del cerebro según la edad.



En definitiva, según la Dra. Agustí, "los hábitos adquiridos desde pequeños supondrán un entramado de conexiones neuronales satisfactorio y una especial química de neurotransmisores que harán de la vida del niño un camino agradable y positivo en el que crecer”. 

 

 

Referencias

[1] González, I. J. (2013). Sinapsis y memoria procedimental. Arch Neurocien (Mex), 18(3), 148-153.

[2] Nieto Sampedro, M. Plasticidad neural. Mente y Cerebro, 2003, 4, 11-19.

[3] CENTER OF THE DEVELOPING CHILD, UNIVERSIDAD DE HARVARD. Brain Architecture. < https://developingchild.harvard.edu/science/key-concepts/brain-architecture/#neuron-footnote> [Consulta: 19 de julio de 2022]

[4] UNIVERSIDAD DE GRANADA. Los niños con mejor forma física tienen cerebros más grandes, según un estudio. < https://canal.ugr.es/noticia/los-ninos-con-mejor-forma-fisica-tienen-cerebros-mas-grandes-segun-un-estudio/> [Consulta: 19 de julio de 2022]

 

 

 

 

Fuente: Vithas

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