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Cobertura universal, intervención temprana y reducción de los efectos secundarios, básicos para el futuro sistema sanitario

VADEMECUM - 08/10/2019  FUNDACIONES

En España, el porcentaje de población de 65 años y más alcanzará el 25,2% en 2033, y de mantenerse las tendencias actuales, la tasa de dependencia se elevaría hasta el 62,4%.

En los próximos 15 años, si España mantiene la tendencia demográfica actual, la población mayor de 65 años supondrá más del 25% de la sociedad, y la tasa de dependencia ascendería a 62,4%, frente al 54,2% actual, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Debido a los avances alcanzados en el sector sanitario, que permite que las personas lleguen a cumplir 65 años o más, los científicos plantean la necesidad de redefinir el método por el que se rige el sistema de salud público y adaptar la asistencia médica a estos pacientes. Tal y como explicaron los expertos reunidos por la Fundación Gadea por la Ciencia en GeroScience, el mayor congreso mundial sobre ciencia y envejecimiento, la efectividad del sistema de salud entra en conflicto con la etapa de la vida en la que somos más propensos a contraer enfermedades.

Para Tom Kirkwood, miembro del Newcastle University Institute for Ageing and University of Copenhagen Centre for Healthy Ageing, existen siete necesidades que hay que satisfacer para poder abordar el envejecimiento de la población ya que, por el momento, “la cobertura de salud universal todavía es una mera utopía”. Además, añade otras como la integración de cuidados sociales y de salud, la reducción del periodo en el que el ser humano suele ser más propenso a padecer afecciones, la detección e intervención temprana de posibles enfermedades, la reducción de los efectos secundarios y la optimización de los años de vida. “A partir de los 65 años, las enfermedades son más frecuentes, podemos padecer entre 4 y 8 trastornos, y para destruir esta regla, necesitamos identificar los patrones que conducen a ese proceso multifactorial y establecer su relación con el envejecimiento”, explica.

De la misma forma, Islene Araujo, miembro de la Organización Mundial de la Salud, concuerda con el científico en que la fase de llegada al envejecimiento se puede mejorar, y para ello, el sistema de salud tiene un papel esencial. “Debemos reestructurar el sistema sanitario respondiendo a las necesidades de las personas mayores, para conseguir un envejecimiento saludable sin necesidad de que todos los agentes contribuyan”.

Por su parte, Anne Hendry, profesora en la University of the West of Scotland, coincide con el científico en la trascendencia de un sistema que proporcione una cobertura universal, que garantice que se aborden los cuidados a largo plazo, así como la salud y el bienestar de la población en todas las etapas de la vida. Además, la científica hace hincapié en el ahorro económico que supondría la reducción de enfermedades y hospitalizaciones a lo largo de la existencia de una persona, sugiere que hay que trabajar más en las relaciones entre la fase de fragilidad y el bienestar mental. Por otro lado, según Hendry, “el trabajo del personal debería ser interdisciplinario, combinando las capacidades de cada uno para ayudar tanto a pacientes como a cuidadores a autogestionarse y poder ser independientes, logrando así los resultados que les interesan”.

Kirkwood pone en valor estas necesidades como parte del cambio que debe experimentar el sistema sanitario, “el objetivo es aumentar la eficacia del sistema y permitir que el paciente sufra lo menos posible, aunque tenga más años de vida” explica el científico.

¿Una pastilla para vivir más y mejor?

Cada país cuenta un proceso sólido para la introducción de nuevos medicamentos, que deben superar diferentes ensayos clínicos para asegurar su eficacia, beneficio y rentabilidad. Para Hendry, “si completamos este proceso con éxito y contamos con un fármaco que consiga frenar el envejecimiento y retrasar el comienzo de la fase en la que somos más frágiles, ganaremos salud y calidad de hasta el último momento”. Como bien añade la científica, “de momento, todo está en fase de estudio, nos encontramos en un escenario complejo y esta sería una medida que podríamos adoptar para un grupo de pacientes con altos niveles de polifarmacia y deficiencias. No todas las enfermedades tienen que estar necesariamente relacionadas con el envejecimiento”.

Por otra parte, José Antonio Gutiérrez, director de la Fundación Gadea, añade que “uno de los mayores problemas de hoy y del futuro es cómo llegan las personas a la edad adulta, por eso, desde la Fundación Gadea, trabajamos con un mensaje esperanzador para lograr una mejor llegada al envejecimiento, reestructurando el sistema sanitario actual y adaptándolo a las necesidades de las personas mayores”.

Sobre la Fundación GADEA por la Ciencia

La Fundación GADEA por la Ciencia es una organización privada sin ánimo de lucro que nace con la vocación de contribuir al bienestar social desde los científicos, a través de la Ciencia. Surge por el convencimiento de que la Ciencia es un servicio imprescindible en los planteamientos y esquemas de un estado moderno.

Entre sus objetivos principales se encuentran el fomento y divulgación de la Ciencia y el fortalecimiento e interacción entre Universidades, Centros de Investigación y Empresas.

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